La máquina del tiempo: Jornadas de más de 12 horas en la industria vinícola

Hace más de 100 años de que la clase trabajadora conquistara la histórica hazaña de la jornada laboral máxima de 8 horas en España, tras la huelga de 44 días de los trabajadores de “La Canadiense”. No fue sin violencia y sacrificio pues, como teorizaron Marx y Engels, la lucha de clases es el motor de la Historia. Murieron sindicalistas y más de 3000 trabajadores fueron detenidos.

Sin embargo, hoy en día los trabajadores seguimos soportando algunas condiciones típicas de principios del sigo XX. Este es el caso de muchos trabajadores de la industria vinícola de la provincia, que durante la campaña de la vendimia llegan a trabajar jornadas de 12 o más horas en las bodegas, incluso 7 días a la semana. Cuando no se lo imponen las empresas, se ven obligados a ello si quieren acumular su salario para el resto del año y llegar a fin de mes. Siendo Castilla-La Mancha la región española con mayor volumen de exportación de vino (23% del total nacional y con tendencia al alza) y siendo Ciudad Real la segunda provincia del país en lo mismo, los trabajadores no ven mejora por ninguna parte.

Todo lo contrario. El convenio colectivo recoge unas de las tablas salariales más bajas con respecto a otros del sector en España. Para colmo, la patronal, sobre la que tienen gran influencia las mayores empresas vinícolas en la región (Félix Solís y García Carrión, esta última de carácter multinacional) siempre ha pretendido recortar los salarios y dificultar y demorar las negociaciones. El mejor ejemplo de esto no queda muy lejos en el tiempo, pues el actual convenio colectivo se firmó en 2021, cuando el anterior estaba caducado desde 2019. Esto sólo fue posible debido a la presión ejercida por las huelgas de trabajadores, organizados en los sindicatos CC.OO. y UGT. Como siempre, la burguesía intentó crear división y desmovilizar a los trabajadores, con tácticas como la firma de un convenio de empresa por parte de García Carrión.

La idea de que cuanto mejor le vaya al patrón, mejor le va al trabajador, queda más que desmentida. Y cuanto más se concentra la producción en mayores centros de trabajo, donde el trabajo es más social (intervienen más personas en el proceso productivo) esto cobra aún más sentido. Mientras que los monopolios y oligopolios especulan con los precios, la clase trabajadora pierde poder adquisitivo. En la actualidad se escudan en el aumento del precio de los combustibles y de las materias primas para esta elevación de precios, que para los trabajadores se traduce en la elevación de la cesta de la compra y de la carestía de vida en general. De esta manera aumentan su tasa de ganancia a base de extraer más plusvalía a los trabajadores y de hacerse más ricos unos pocos a costa de apropiarse de lo producido por muchos. En este caso concreto, Félix Solís y García Carrión tienen poco que argumentar al respecto del precio de las materias primas, pues son ellas las que los marcan, para colmo de los agricultores.

Siendo la concentración de la producción la tendencia natural del sistema productivo capitalista frente a la pequeña producción (ésta tiende a la quiebra y a la absorción por parte de la gran empresa) la elaboración de mercancías se convierte cada vez en un proceso más social, y con dicha socialización del trabajo se hace cada vez más patente que el único papel que desempeñan los capitalistas es el de la apropiación de dichas mercancías. De esta manera también se muestra más clara la necesidad de la socialización de los medios de producción. Los y las comunistas, por tanto, proponemos la nacionalización de los sectores estratégicos, entre los que se encuentran la industria agroalimentaria y las grandes cadenas de supermercados, culpables también de la especulación con los precios de los productos básicos, para que el control de la producción se ponga en mano de los trabajadores y de sus sindicatos, en beneficio de los intereses de la clase trabajadora y el resto de clases populares.

Por eso los trabajadores debemos tomar conciencia de que nuestra fuerza es colectiva. Los derechos se consiguen luchando, mediante la huelga. Hay innumerables ejemplos de ilegalidades, de largas jornadas y de explotación en general en innumerables sectores de la producción porque las leyes laborales sólo son papeles mojados mientras no haya quien las haga cumplir. De ahí la necesidad de organizarse en los sindicatos de clase para dar la batalla económica contra el sistema capitalista y en el Partido Comunista, el único capaz de ejercer la lucha política contra el mismo para llevar a los obreros al poder y construir el socialismo.

Porque solo con sacrificio podremos tener una vida digna y porque solo la propiedad social nos puede hacer poseedores del fruto entero de nuestro trabajo. De lo contrario, la Historia seguirá estancada, dando vueltas en círculos, para interés de los poderosos, y nuestras condiciones de vida se parecerán más a las de hace más de 100 años.

Noel Montero.

Secretario del área ideológica del núcleo comarcal del PCE en Ciudad Real.

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